sábado, 2 de mayo de 2009

SUICIDIO DIVINO


¿Y de qué sirve si sigues guardando esqueletos en tu armario… O a la vista de todos?... Si te fijas bien, es una danza rancia que pretende buscar tus palabras y miradas de toda la vida, olvidadas; esas que me daban hueva y hasta el momento, me siguen dando hueva. No se a dónde pretendes llegar con esas actitudes, con esos intentos de ponerte en el papel de la víctima cuando tu, ¡oh femme fatale!, siempre te has sabido arrancar las faldas para el mejor postor; y no usas calzones; eso es solo un oscuro reflejo de lo que ahora eres y que nunca imaginaste ser, ¿por obligación o por motivación? Presencia pues este divino suicidio, una sinfonía sincopada que resume las palabras que se han olvidado… ¿Y sigues envenenando a los míos, a las mías, a todos? ¡que flojera!.

No se a donde pretendiste llegar o en que momento perdiste la dirección de tu pequeña venganza personal, esa que dibujaste sobre el cofre de mí auto con sangre y vómito y que sin quererlo, perdió el sentido e impulso que tu aliento escueto le imprimió. Una imagen parecida a una de esas canciones que escribe ese que te abandona cada noche; por días y semanas para llenarte de dudas y contagios de escalas bíblicas que prefieres convertir en poluciones nocturnas.

Me llamabas el hombre con la honestidad de la sangre de Cristo, un personaje propio de un libro de J.D. Salinger que al rogarle por sexo, te miraba como si sus ojos fuesen su miembro y su espíritu las embestidas que tratarían de lograr lo inalcanzable: La rendición en silencio de tu existencia, esa que he preferido enterrar. Para tu sorpresa, hoy bebo junto a una de las más bellas blasfemias, comparto una momento con el grito del silencio que despierta terror sospechoso y después de veinte años de luchar contra tus herejes y tus asesinos, observo como mí templo se desmorona, pero al fin y al cabo lo construiste con tus manos, no las mías, y aún tratas de erigir las ruinas que tu trajiste sin pensarlo o sentirlo, impulsiva, obtusa y obtusa… Vaya joyita.

Quedó un agujero en mí corazón, pero eso no me hace menos divino. Me crucificaste ese día y al final, con tristeza, me miraste marcharme con esos alter-egos que tanto envidiabas.

El miedo tiene miedo de mí, corazón.


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As long as the music is loud enough we wont hear the world falling apart...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Suicidio de kada puto día. Suicidio el rekordar y el intentar olvidar... suicidio el no pensar en el martirio q signifikaría su presencia en mi divinamente jodida existencia!
Infame suicidio por absolutamente NADA.
Aaahh desahogo! q delicioso suicidio.

Sebastian Camacho dijo...

"puedes huir de todo menos de ti mismo" .
Me gusta como escribes, en fin ire a darme una ducha , te mando una enorme sonrisa desde Chiapas ;D