
¿Quién le tiene miedo al diablo?,
¿A mí quién me dice que el diablo no soy yo?,
¿A quién le consta eso?... Mí sonrisa no siempre es amable, a veces es irónica, maquiavélica o cínica si prefieren usar otra palabra que les atisbe los sentidos como si hubieran tomado medio caballito de mezcalina y dos líneas de coca… Júrenlo.
No hay rencor más predispuesto ante una sonrisa hipócrita que el mismo suicidio, y como diría Cioran: “Vivo únicamente porque puedo morir cuando yo quiera: Sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado”… Cioran, ¡que tipo!. Creo que cuando era niño sufrió alguna clase de abuso, aunque a veces los hijos de puta nacemos siendo hijos de puta, no necesitamos nada que nos lleve a ese final para ir buscando el inicio de todo.
Llora y cicatriza tus ojos con sangre, deja que las costras se pudran junto con tu visión torcida y corrupta, amétrica y obtusa como tus caderas y tus líneas; esa enfermedad tan fresca que delineas en los días soleados como hoy, como ayer, como nunca… Estoy perplejo, la gente es tan emocionalmente irresponsable como un niño jugando a ser Dios cuando toma el arma de su padre, la apunta a la sien de su hermano y tira el gatillo… ¡bang!; una patada a los huevos de sus padres.
Un ataúd tamaño king-size es tu tumba para dos, te pertenece y va tras de ti tentándote con picotazos de veneno que son una bala con vida.
No trates de alcanzar la orilla nadando,
Es demasiado tarde para regresar…
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As long as the music is loud enough we wont hear the world falling apart...